el auto de mis sueños...
Cuando era niño jugaba con cartas. Para ser exacto, con las Match4, de Cromy. No, no son una maquinita de afeitar, son naipes. ¿Alguien las recuerda? Eran temáticas: aviones, autos, super héroes. Traían la foto o el dibujo y abajo una lista de atributos: rpm, energía, altura, velocidad, largo. Había uno de los mazos dedicados a autos nacionales, es decir, autos que los argentinos podían adquirir en su país (luego estaban los que traían de Miami o Asunción). Y yo estaba enamorado de uno...
Todo esto viene a que ya no suelen verse esas maravillas de acero y acabo de ver una estacionada en el Parque Sarmiento. Nunca tuve una coupé. Sin embargo existe una energía que hace que, entre poseedores, fanáticos y admiradores, nos reconozcamos la mirada, los ojos de una secta que tal vez empezó en la Match4 más ajada o hecha póster, o en una herencia imposible.
En general durante la adolescencia uno pertenecía a un bando: Ford o Chivo. A mí me gustaba hinchar por Renault, un poco para salir del binomio y otro poco por contrera. Pero cuando me apuraban... y sí, Chevrolet. Sin embargo, el auto de los sueños, como todas las contradicciones que nos atraviesan, nos cuelgan, nos liquidan, es Ford.
I Love you, Coupé Taunus SP5...