dos barras de caño cuadrado la ventana rectangular
la maceta con tres cactus como dedos
un muro blanco otro anaranjado otro quizá amarillo
un pozo grande una luna un patio
tres figuras disputando el verde atezado ahí abajo
amagan y saltan moteadas en una escala sucia que va del gris
al blanco más guarango tienen esa hermosura que
rompe lo formal y se estrella con la montura del amanecer
rota hacia arriba en pedazos opacos discontinuos
montañas que chupan la luz que empieza a correrse
sobre las sombras el astro un pájaro como telón de fondo
la segunda de un auto que cubre durante medio minuto
la cama del día el bronce bordado en la sábana en un borde
de la carne apenas transparentada en el mate cocido
en la sintaxis apretada que va quedándose ambarina
como un bebé en las migas de humo de la panificadora
con los bollos de las primeras horas con las pantuflas
la silueta esfinge en el patio rayado donde ya es la mañana
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