martin... en viaje

todo relato empieza con un movimiento, desestabilización del personaje. en este caso, un viaje, una mudanza, periplo. de esto se trata: obviedades y petulancias: un portenio en córdoba

martes, junio 08, 2010

Diario de viaje. Día 3 y 4


Ir al Supermercado es una de las primeras cosas que me gusta hacer cuando estoy de viaje. Grandes tratados de sociología y antropología berreta podrían hacerse entre las góndolas. Ahí respira el continente de la cotidianeidad esperando ser abordado, descubierto. Asaltarlo con el changuito es mi deporte preferido fuera del país. Ver los precios de lácteos, frutas exóticas, las baratas de libros, la panificación y las especias. Todo lo que tengo que saber sobre este país está acá, pienso, sólo debo aprender a ver y oler y todo se abrirá al entendimiento, como un coco al caer de la palmera.
Entro al Hipermercado y me acuerdo de vos. No puedo dejar de pensar, entre las estanterías, las columnas, los matafuegos, en vos. Desde que arrancó este viaje es la primera vez que caigo tan redondo. Con mi carrito de plástico azul, como un juguete lleno de mercadería, redondo a la tristeza. Redondo como si cayera de un cocotero. Y compro queso en hebras, salsa golf, whiskas de pollo y leche para adultos, pan árabe, salchichas, alfajores de mousse, leche descremada.
Es raro descubrir qué hedonista puede ser uno lanzado sin más a la vida de solo. El chango cargado de boludeces, alimentos diseñados para no-alimentar, glucosa, extra lípidos, ofertas sin sentido, pegotes, estafas del marketing. Abro el paquete de papas con sabor a "buñuelos de batata de la abuela" y la dejo por la mitad, escondida detrás de las latas de jardinera. Horribles.
Tu sombra se aparece como en una versión ácida de Peter Pan. Deslizándote por entre las cajas, haciendo sonar las alarmas, haciendo pasar un mal momento a los guardias de peluche y a la gerenta de ojos sangrientos. Sin embargo el ruido no se lleva la tristeza ni la sensación de desnudez, pezones mojados debajo de la remera.
Pago. Arrastro las bolsas hasta casa. Cuando llego pongo el último disco de Christina Aguilera bajado pirata y contengo el llanto. Abro uno de los tres paquetes que me traje de papas con gusto a buñuelo y le entro hasta el fondo con un juguito clight.


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