DIARIO DE VIAJE. Día 0.
El Aeropuerto de Pajas Blancas parece enorme. Vacío. Como si esto fuera Niú Iorq, los guardias van vestidos con largos impermeables grises en una versión apeperinada de Interpol. Nadie estira pañuelos. Nadie duerme en los bancos metálicos. No hay cómo ver embarcar o despegar. Este es el lado de los que quedan y la arquitectura parece no querer subrayar ese matiz. Un adiós aséptico en una tarde auspiciada por Kleenex. Pero sin moco, pero sin lágrimas. No vas a ver el avión que te hará llorar. Un plasma en un costado confirma que el vuelo está right on time.
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Alguna versión del cansancio.
Dormir hasta tarde.
El olor de la casa vacía.
Dragón de humo seco.
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Alguna versión del cansancio.
Dormir hasta tarde.
El olor de la casa vacía.
Dragón de humo seco.
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