Yo pensaba que ORL era el nombre de una nueva banda pop
Ahora le dicen así pero cuando yo era chiquito le decían "otorrino". La palabra completa era el trabalenguas preferido de mis padres.
La cosa es que para un muñeco que atiende los teléfonos multinacionales desde hace muchos meses, el servicio de ORL se convierte en algo así como ¿un sueño? ¿Karma? ¿un templo? ¿una mazmorra?
Hago mi primera visita y para ello elijo el shopping más increíble de CBA, es decir, la Clínica Allende. Me atienden con simpatía y eficiencia. La doctora me revisa, me anota los estudios que debo hacerme, me explica cómo debo pedir en mi obra social que me autoricen los análisis.
Me tienen que meter una camarita por la nariz para verme las cuerdas porque están muy escondidas dentro de la anatomía y no se pueden ver de otra manera.
Me pide que me haga una fibroscopía laríngea porque le parece que tengo una cuerda floja.
Las implicancias de este diagnóstico a priori son múltiples. ¿Es como tener un tornillo flojo? ¿Es estar pronto al salto, al bordecito del abismo? ¿Es ser un poeta con la voz temblorosa? ¿Es algo como estar fofo pero de la garganta?
Según el caso, calculo, la terapia puede variar: haga salto ornamental para perderle el miedo a las alturas, lea a Césare Pavese, haga abdominales focalizados y pesas gargántidas, concurra a un tratamiento yóico centrado en el aparato fonador.
En resumen: salte, lea, vaya al gimnasio, haga terapia.
Yo, mientras tanto, espero al otro lunes para que me viajen por dentro con una sondita iluminada.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal