Andy dice
(…) De modo que tuve un increíble
número de roomates. Aún hoy, casi todas las noches, cuando
salgo por New York me encuentro con alguien que compartió alguna
habitación conmigo y que invariablemente le explica a mi pareja: “Yo
vivía con Andy”. Siempre me pongo blanco ˗quiero
decir, más blanco-. Cuando esto ocurre varias veces, mi pareja no
puede imaginarse cómo pude haber vivido con tanta gente, sobre todo
porque sólo me conoce como el solitario que soy. Ahora bien, la
gente que me imagina como el
habitué de las
fiestas de los años senta que tradicionalmente llegaba con una corte
de como mínimo seis personas, puede preguntarse cómo me atrevo a
llamarme “solitario”; por tanto, permítaseme explicar lo que
quiero decir, y por qué es verdad. En las épocas de mi vida en que
más sociable me sentía
y que más amistades íntimas buscaba no pude encontrar a
nadie que me aceptara, de modo que cuando estaba solo era
precisamente cuando menos quería estar solo. En el momento en que
decidí que prefería estar solo y no contarle a nadie mis problemas,
todos los que antes ni siquiera había visto empezaron a perseguire
para contarme cosas de las que acababa de decidir que mejor sería no
saber nada. Tan pronto como me convertí en un solitario en mi propia
mente, conseguí lo que podría llamarse “corte de seguidores”.
Tan pronto como dejas de querer algo,
lo consigues. He descubierto que esto es algo absolutamente
axiomático.
The Philosophy of Andy Warhol
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