Un poema de Eduardo Lizalde
MÁS CAMA SUTRA
Nos damos un concierto de felicidad,
hay veces, sobre pasmosas superficies.
Tú practicas el dórico,
la columna románica,
y yo paso al severo, al neoclásico puro,
al supino perfecto,
a la cubana, al estípite,
al barroco abusivo,
al mudéjar tardío de los alegres nazaritas,
al churriguera profundo.
Redactamos en vivo y labramos en carne
nuestro privado Ananga Ranga.
Un viento suave de sándalo amoroso
inquieta este paisaje de dos médanos,
y las deidades graciosas del Oriente,
siempre menos pacatas y egoístas que las del Oeste,
sonríen tras de la puerta
o bajo las molduras del artesonado.
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