La isla a mediodía
Anoche terminó, para mí y para una comunidad de millones de hispanohablantes, la serie que seguimos durante años. No tiene mayor sentido comentar el final de algo que, según creo, estaba más allá de ese lugar, de esa instancia. Lo único que quiero compartir ahora es un cuento que leí siendo un niño y en el que no puedo dejar de pensar como una línea de lectura. Una especie de nana, tal vez, para contener a las bestias de la linealidad. Y también al desamparo.
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