martin... en viaje

todo relato empieza con un movimiento, desestabilización del personaje. en este caso, un viaje, una mudanza, periplo. de esto se trata: obviedades y petulancias: un portenio en córdoba

domingo, abril 04, 2010

Dos Poemas del Teuco Castilla


SUPLANTACIONES


El firmamento para esa mujer es el oro,

el oro para ese niño

un fueguito en el baldío,

el baldío para una anciana

su juventud en esa fotografía.


Las cosas están soldadas por la desesperación.

Entre ellas, el hombre que las junta,

mientras nada, sonámbulo, en el cardumen de sus antepasados,

y va, tenue de pensamiento,

a ese otro pensamiento

que es la muerte.


Entonces, le unen las manos

para que se toque y se recuerde.

Pero él ya no está,

ni puede reunir sus islas.

La anciana, la mujer, el niño

lo miran irse de la fotografía

hacia el firmamento baldío.


Alguien dice: “son cosas del destino”.


Y lejos, el destino gira,

fuera de sí,

sin porvenir,

como un loco atado

al árbol del fondo de la casa.



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VISITA A LOS MUERTOS


“Vamos al cementerio, hijo”. Y compra

unas flores blancas, asinitas

(a ellos los distrae la delicadeza).


Los conoce a todos. Los saluda

como si él también se hubiera muerto.

No sabe que están lejos de ahí, ajándose

como una orquídea en su propia calavera;

no ve cómo se pliega el cementerio

cada pared por cuatro,

no ve el aire encerrado haciendo señas,

ni el número de los nichos

con su uno invisible

al que nunca llegan las escaleras.


“Cuando yo muera, planten una araucaria”,

eso pide, para escuchar el viento.


Ya no me asusto.

Aquí la sombra es blanca. Todo parece

una luna para ciegos.


Hablo con mi abuelo que hace mucho está allí.


Cuento los ángeles.


Voy secando las flores en mi cabeza.




de El amanecido, Leopoldo Castilla, Ediciones El Mono Armado, Buenos Aires, 2005.


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